Diferentes medios nacionales han recogido un comentario de la periodista D’arcy Quinn con respecto a la llegada del senador Efraín Cepeda a la presidencia del Partido Conservador, situación que ha ocasionado un fuerte enfrentamiento al interior de la colectividad. Gran parte de la bancada de senadores y representantes a la Cámara, según la periodista, observa con recelo su nombramiento, al advertir un posible escenario en el que Cepeda actúe como “juez y parte” en la carrera por la candidatura presidencial del partido.
La tensión se fundamenta en tres ejes principales que hoy dividen a las “toldas azules”:
Falta de garantías y “autoaval”: El temor generalizado entre los congresistas es que Cepeda utilice la estructura administrativa del partido para favorecer su propia aspiración, bloqueando el camino a otros competidores legítimos.
Conflicto de intereses: Es reciente el choque entre la bancada parlamentaria, que apoyó el cambio de fechas para las inscripciones presidenciales, y Cepeda, quien se opuso de manera tajante. Esta diferencia marca un precedente de división frente a las reglas de juego internas.
Dirigentes advierten que, de no lograrse un consenso, el partido podría llegar debilitado y fragmentado a las elecciones, poniendo en riesgo la relevancia del conservatismo en el escenario nacional.
Más allá del Capitolio, las bases conservadoras también expresan un creciente malestar. Critican la falta de renovación generacional y cuestionan la coherencia política de Cepeda. Sus detractores recuerdan que “Fincho” respaldó la gestión del presidente Gustavo Petro durante los primeros dos años y medio, y aseguran que su paso a la independencia habría respondido a la pérdida de espacios burocráticos, más que a una convicción ideológica.
El clima de desconfianza se agrava por los cuestionamientos legales que rodean al senador:
Se menciona su nombre en el caso UNGRD y en investigaciones en la Corte Suprema de Justicia por presunto tráfico de influencias y posibles irregularidades en contratos del Invías, asuntos que han debilitado su liderazgo interno.
Asimismo, el exsenador Álvaro Ashton mencionó a Cepeda en audiencias ante la JEP sobre presuntas alianzas políticas en la Costa Caribe con estructuras paramilitares, referencias que, aunque se encuentran en proceso de verificación judicial, han incrementado la preocupación dentro del conservatismo.
“El partido necesita un árbitro neutral, no un competidor con el silbato en la mano” y “Efraín Cepeda ha sido antipetrista de día y petrista de noche”, afirman fuentes internas que prefieren mantener el anonimato por temor a represalias administrativas.
En algunos sectores del partido, incluso, se señala que el “color gris” de Cepeda estaría opacando el azul profundo del conservatismo, alimentando la desconfianza de las bases y el reclamo por una verdadera renovación.
El panorama refleja un partido tensionado, con sectores que reclaman transparencia, renovación y unidad, para no quedar relegados del escenario presidencial.







